Ya llega la lotería. Otro año que no sé qué hacer, comprar toda la que me ofrezcan, cerrar los ojos al pasar cerca de una administración de idem, seguir mis impulsos y adquirir todos los números que me parecen acertables. Pero es que todos los décimos me gustan, los que no me recuedan los cumpleños, me dan buenas vibraciones porque acaban en 3 o en 9 o en 7... total, que todos contienen cifras maravillosas que abren ventanas a la imaginación. Ya me veo en la pantalla del televisor, bebiendo a morro de una botella de cava "sí, sí un décimo entero.... para tapar agujeros... ¡Feliz Navidad! a todossss"
Estoy convencida de que luego, como todos los años, seré del grupo Tener-salud-es-lo-importante pero soñar es gratis, y permitir que el destino cambie, aunque sea dejando una minúscula rendija por la que se filtre la suerte para que nos inunde la felicidad es tan importante para el ser humano como el respirar cada día. Si nos quitan los sueños, las ganas de mejorar, la esperanza en ser/estar mejor nos convierten en máquinas de producción.
Sí, ya sé que solo estoy hablando de un simple y mero sorteo de lotería, pero en mi cultura es sinónimo de alegría, hay que ver las colas de gente en la calle a la espera del décimo soñado, hay quevivirlo para saber qué es... puro deseo de mejora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario