Se acaba el puente. Un puente en España son días festivos que se unen con un fin de semana y así disfrutamos de más tiempo libre. Este se llama el "de la Inmaculada", mi santo por cierto, que es el día 8 de diciembre. Como se puede uno suponer, es festivo por ser la virgen de la Inmaculada, patrona de España, la misma que tantas veces pintó Murillo.
Cuando nací, mis padres dudaron entre dos nombres: Bárbara, por ser patrona de la antigua CAMPSA, donde trabajó mi padre toda su vida (y mis tíos y abuelos y algunos primos...) e Inmaculada, por ser la patrona de la Infantería, ya que mi abuelo materno fue militar de carrera. Y naturalemnte me pusieron como mi madre quiso. A mí me hubiese gustado más Bárbara; no sé, me suena más moderno, pero aquí estoy con este nombre tan largo que pocas veces me lo dicen completo. De niña me llamaban
Ada, luego una temporada fue
Macu, más tarde
Cu y por fin parece que se acabó asentando el actual
Inma (vamos, que la progresión fue en orden inverso). Luego ya, mis estudiantes extranjeros se ocuparon de llamarme
Imna o
Irma o
Emma y los alumnos nacionales, sin complicaciones
Ima. En fin, fue Gabriel García Márquez quien dijo
"los personajes de mis novelas no caminan con sus propios pies mientras no tengan un nombre que se identifique con su forma de ser" (
Vivir para contarla)...¿Sería hoy como soy si mi nombre hubiera sido otro? ¿Bárbara?
Total, que como buenos españoles de pro, celebramos mi santo como se debe hacer, yendo de comida con la familia. Y así nos fuimos a almorzar a La Gaviota, un restaurante marinero que nunca nos falla en el Barrio Pesquero. Reservé cuatro días antes, por si acaso, y al llegar teníamos la mesa preparada. Hay unos menús muy variados por solo 12 euros en días festivos, con pescados, paella de marisco, ensaladas de gambas... baratísimo si vas en grupo y quieres comer bien. Las mariscadas y parrillas de pescado son mi perdición... bueno, creo que tengo hambre. Es la hora de cenar. Buenas noches.